martes, 22 de enero de 2019

Fumiko Negishi



La artista nipona presenta en Valencia una exposición con cerca de 20 obras, muy lejos del arte pop que hizo de manera oculta durante más de una década. Más de diez años, cuatro horas a diario, pasando de lo abstracto a lo concreto. Fumiko Negishi entraba en el estudio de Antonio de Felipe para poner en limpio sobre el lienzo las ideas que le encargaba su empleador.

Yo prefiero refugiarme en el arte. Para mí la obra es un acto terapéutico  Un hombre pinta a una mujer. Hasta aquí, lo normal: las mujeres han sido educadas para ser miradas, no para ser protagonistas. En los manuales de Historia del Arte ellas no pintan hombres, ni tienen permitido ser más que musas. Y como tales, invisibles, objetos. Pasado borrado, futuro por escribir  Y a pesar de todo, su nombre desapareció de las colecciones reales y cuando se inaugura el Museo del Prado, en 1819, sus retratos fueron expuestos como lienzos de los pintores de cámara del rey, Alonso Sánchez Coello y Juan Pantoja de la Cruz. Mujeres para ser miradas, no para mirar. Casi dos siglos después, sigue sin aclararse su autoría en los cuadros que pasaron a ser de hombres. En el Prado hay tres retratos de ella y uno en duda. Aunque quién sabe si ese silencio no le ha arrebatado otras obras. “Ojalá Fumiko tenga suerte en el juicio y caiga con un juez sensible, que muestre interés en estos temas”, cuenta la autora de la investigación sobre el caso de la demanda de la pintora japonesa a Antonio de Felipe, “el Warhol español”. Tal y como cuenta la autora nipona a este periódico, la primera parte de la jornada laboral la pasaba en el taller, ejecutando las ideas y órdenes que le encargaba De Felipe. Por la tarde, en su casa, se dedicaba a su trabajo personal otras tantas horas, la pintura abstracta de inspiración en Tàpies. Así durante 20 años hasta que fue despedida, a los pocos meses de tener un contrato que reconocía su labor. “Las mujeres pintoras han trabajado siempre en condiciones muy difíciles”,
 Vivieron “apartadas durante mucho tiempo de los mejores centros de enseñanza artística, sometidas a las presiones de una sociedad que nunca las vio con buenos ojos, obligadas a compatibilizar su trabajo con sus deberes como esposas, madres o hijas y a veces, incluso, condenadas a trabajar con peores materiales porque se les pagaba menos que a los hombres” Las mujeres han estado en talleres, trabajando para los maestros, sin reconocerles la autoría, mientras los discípulos crecían y eran reconocidos por su labor. No es verdad que las mujeres no existieron en la historia de la pintura: fueron menos que los hombres, pero más de las que aparecen en el canon. Anuladas en los círculos académicos, vetadas para triunfar y disfrutar de la independencia, salvo si fueran ricas. El resto, tenía que trabajar, atender a las tareas domésticas y pintar los cuadros de su marido o su maestro.


FUMIKO NEGISHI
https://www.youtube.com/watch?v=tYpFBL9TqO8

 

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